domingo, 7 de septiembre de 2025

Ten esperanza

                         Camino de El Paular, Enrique Simonet (h. 1921)

¿Lo comprendes? Lo has comprendido.
¿Lo repites? Y lo vuelves a repetir.
Siéntate. No mires hacia atrás. ¡Adelante!
Adelante. Levántate. Un poco más. Es la vida.
Es el camino. ¿Que llevas la frente cubierta de sudores, con espinas, 
      con polvo, con amargura, sin amor, sin mañana?...
Sigue, sigue subiendo. Falta poco. Oh, qué joven eres.
Qué joven, qué jovencísimo, qué recién nacido. Qué ignorante.
Entre tus pelos grises caídos sobre la frente brillan tus claros ojos 
      azules,
tus vividos, tus lentos ojos puros, allí quedados bajo algún velo.
Oh, no vaciles y álzate. Álzate todavía. ¿Qué quieres? 
Coge tu palo de fresno blanco y apóyate. Un brazo a tu lado quisieras. 
      Míralo.
Míralo, ¿no lo sientes? Allí, súbitamente, está quieto. Es un bulto 
      silente.
Apenas si el color de su túnica lo denuncia. Y en tu oído una palabra no 
      pronunciada.
Una palabra sin música, aunque tú la estés escuchando.
Una palabra con viento, con brisa fresca. La que mueve tus vestidos 
      gastados.
La que suavemente orea tu frente. La que seca tu rostro,
la que enjuga el rastro de aquellas lágrimas.
La que atusa, apenas roza tu cabello gris ahora en la inmediación de la 
      noche.
Cógete a ese brazo blanco. A ese que apenas conoces, pero que 
      reconoces.
Yérguete y mira la raya azul del increíble crepúsculo,
la raya de la esperanza en el límite de la tierra.
Y con grandes pasos seguros, enderézate, y allí apoyado, confiado, solo,
échate rápidamente a andar...

Vicente Aleixandre
(Historia del corazón, 1954)

lunes, 1 de septiembre de 2025

Apuntes

                                      Olivar, Vincent Van Gogh (1889)

                  I

Desde mi ventana,
¡campo de Baeza,
a la luna clara!
¡Montes de Cazorla,
Aznaitín y Mágina!
¡De luna y de piedra
también los cachorros
de Sierra Morena!

                II

Sobre el olivar,
se vio a la lechuza
volar y volar.
Campo, campo, campo.
Entre los olivos,
los cortijos blancos.
Y la encina negra,
a medio camino
de Úbeda a Baeza.
                                   [...]

                IV

Sobre el olivar,
se vio a la lechuza
volar y volar.
A Santa María
un ramito verde
volando traía.
¡Campo de Baeza
soñaré contigo
cuando no te vea!

Antonio Machado
(Nuevas canciones, 1917-1930)

lunes, 4 de agosto de 2025

El otro dolor

                                     Otoño, Miguel Rius (tomado de https://miguelrius.es).

A veces, sentado, después de la larguísima jornada, en el largo camino, 
     me tiento y casi te reconozco.
Dentro estás, dormida allí, madre mía, desde hace tantos años,
tendida, amorosamente sepultada, intacta en tus bordes.
Y ando, y no se me nota. Y digo, y tampoco.
Como el casco de una metralla que incrustado en el ser allí vive y, 
     quedado, no se conoce,
así a veces tú, queda en mí, dentro de mi vivir me acompañas.
Pero muevo esta mano, y no te recuerdo.
Y pronuncio unas palabras de amor para alguien, y parece que lo que 
     allí dentro está no las roza cuando las exhalo.
Y sigo y camino, y padezco y me afano,
siempre yo estuche vivo, caja viva de tu dormir, que mudo en mí llevo.

Pero a veces he sufrido y camino de prisa, y he tropezado y rodado, 
      y algo me duele.
Algo que llevo dentro, aquí, ¿dónde?, en tu sereno vivir en mi alma, 
     que blando se queja.
Oh, sí, cómo te reconozco. Aquí estás. ¿Te he dolido?
Hemos caído, hemos rodado juntos, madre mía serena, y solo te siento 
     porque me dueles.
Me dueles tú como una pena que mitigase otra pena,
como una pena que al aflorar anegase.
Y tu blando dolor, como una existencia que me hiciese bajar la cabeza 
     hacia tu sentimiento,
se reparte por todo yo y me consuela, oh madre mía, oh mi antigua y mi 
     permanente, oh tú que me alcanzas.
Y el otro dolor agudo, el del camino, el lacerante que me aturdía,
blandamente se suaviza como si una mano lo apaciguase,
mientras todo el ser anegado de tu blanda caricia de pena
es conciencia de ti, caja suave de ti, que me habitas.

Vicente Aleixandre
(Historia del corazón, 1954)

El artista Miguel Rius Gese (fotógrafo, pintor, escultor, viajero incansable) rescató la casa de Miraflores de la Sierra en la que Vicente Aleixandre escribió muchos de sus versos. Los creadores de este blog hemos tenido el privilegio de habitar esa casa durante unas horas y recordar al poeta con Miguel y su encantadora familia.

viernes, 1 de agosto de 2025

Tiempo de amor

                         Amalfi, Rudolf André (h. 1920)

Este tiempo de amor nunca termine.
No lo empañe el olvido con su óxido;
debe quedar intacto hasta la muerte
lo que nació inmortal como el sonido.

Este tiempo de luz alguien lo salve;
lo arranque alguien de este precipicio
al que se aboca ya desde que alienta.
Que alguien corte la amarra y vaya suelto
del tiempo, a la deriva, hasta la playa donde
no lo fulmine el rayo a pesar suyo,
no lo desgaste el tiempo como a un día.

Luis Feria
(Conciencia, 1962)

sábado, 5 de julio de 2025

Siempre será mi amigo

             Camino en una mañana de invierno, George Clausen (h. 1923)

Siempre será mi amigo no aquel que en primavera
sale al campo y se olvida entre el azul festejo
de los hombres que ama, y no ve el cuero viejo
tras el nuevo pelaje, sino tú, verdadera

amistad, peatón celeste, tú, que en el invierno
a las claras del alba dejas tu casa y te echas
a andar, y en nuestro frío hallas abrigo eterno
y en nuestra honda sequía la voz de las cosechas.

Claudio Rodríguez
(Conjuros, 1958)
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